Es muy difícil saber cuando soltar las cosas. A veces necesitas que sigan presentes por un tiempo más, otras darles un cierre. La longevidad o perduración de las cosas en el tiempo no solo representan el éxito de algo, sino incluso sostiene la más básica legitimidad que tienen las cosas. Vivimos en sociedades fuertemente esencialistas, donde “la verdad de uno mismo” es algo enterrado en el fondo que sale a la luz, no algo que se construye, cambiante.
Es muy fácil sostener cosas que no sirven o aportan para intentar sostener cierto prestigio ante uno mismo; a veces es un trabajo al que no podes renunciar porque necesitas legitimar tu consumo básico (aún cuando financieramente no es necesario), también son las relaciones amorosas donde toda nocion de cuidado se perdió o incluso amistades que se sostienen convenciendose de que algún día van a mejorar. A veces también es algo tan banal como una serie, que terminas y tenes que volver a mirar porque no podés seguir adelante.
Hoy vamos a hablar sobre cerrar procesos, la impermanencia y el proceso de crear cosas nuevas.
Resumen de hoy
Condiciones de producción
El arte de duelar
Condiciones de producción
🤖 Robot Salvaje (2024)
Un robot se extravía en dirección a su destino y produce un clásico del cine de animación inmediatamente. Muy emocional, veanla en el cine o en sus casas pero mirenla. Te destruye completamente. Lo mejor de todo? Dura una hora y media y no hay un minuto desaprovechado.
Esta semana estuve escuchando dos cosas, un disco de Sister Hazel que se llama …Somewhere More Familiar que en mi mente marplatenese y muy alejada de la realidad de Estados Unidos suena como un midwestern Jack Johnson a pesar de ser de Florida. Por otro lado, una playlist que me pasó una amiga basada en un tema que escuchó de Hot Chip por mí. El resultado, la playlist breve de esta semana.
Justo fue la última función de Subatómica, una obra super interesante y divertida de ver. El género es ciencia ficción, lo cual en teatro siempre me parece fantástico. Tiene constantes referencias a Doctor Who/Torchwood pero la realidad es que no hay ninguna necesidad de haber visto la serie o conocer el contexto antes de mandarse a verla. Como pequeño spoiler, la narrativa no es nada lineal y la obra en sí es muy dinámica rotando entre tensión y humor, te mantiene atento hasta el último minuto. Recomiendo seguir an instagram y densear a ver si vuelven a abrir unas funciones más.
El arte de duelar
Ayer pasé por el altar al recientemente fallecido Liam Payne, donde sorprendentemente a casi dos semanas de su muerte seguían habiendo cerca de 30 personas reunidas, algunas sentadas por horas. La gente se lamentaba, charlaba, llevaba tributos; duelar es todo un arte en más de un sentido.
No vengo a hablar de este lado, más performático y referido a la muerte literal, sino que vengo a hablar de la amplia gama de duelos sin muerte. Los duelos que es más tentador (y menos diagnosticable) evitar. Duelos como terminar una serie muy larga y querida, perder contacto con algún amigo, dejar un trabajo o incluso entregar la tesis (te imaginas?).
Cómo se pueden evitar? Simplemente reiterando. Volviendo a mirar la serie, sosteniendo un vínculo que no se desea, dando rodeos sobre los temas sin nunca abarcarlos, y antes que nada quiero aclarar que esto no es necesariamente un problema. Sostener un trabajo que detestamos por necesidad, una amistad por algo tan simple como compartir espacios comunes o si los hijos de ambos son amigos, incluso relaciones sabiendo reconocer uno los límites de lo que puede sobrellevar no necesariamente es algo problemático. Problemas reales son otros, que conllevan duelos y represiones mucho más tangibles. Por ejemplo que uno pase tres años seguidos mirando la misma serie en loop porque no puede soltarla no es grave ni malo (quien no tiene un amigo que siempre esta mirando Friends?). Pero sí trae a centro de escena el problema del tiempo.
El problema del tiempo porque básicamente de eso se trata, de cómo estamos decidiendo llenar las finitas horas de nuestra vida y, fundamentalmente, por qué. Tal vez hace 50, 100 o 200 años lo que nos orientaba a sostener algunas cosas en el tiempo era algo completamente distinto. Tal vez era por la familia, la comunidad o la nación como formas muy tradicionales de tomar decisiones sobre lo que tendríamos que hacer con nuestro tiempo. En otras palabras, el legado. Más corto: futuro. Hoy parece que sostenemos las cosas orientados por nuestra experiencia del tiempo presente, a que nos podemos aferrar en nuestra inmediatez para lograr pasar el tiempo. Sea por agobio o por incapacidad de soportarlo.
Necesitamos pasar el tiempo y esto puede hacerse aferrandose a la sustancia, a las plataformas, a las series. Incluso la construcción un poco más de largo plazo se populariza a través de la ‘experiencia de viajar’ (gran justificativo para sostener un trabajo), que también remite al presente del cuerpo. Por un lado no sabemos cómo hacer pasar el tiempo, por otro lado se construye la idealización del absoluto presente; tanto desde ‘gastar en experiencias’ hasta el auge del ‘amarse a uno como es’. No es relevante para mí el planteo en sí del amor propio o del gastar en experiencias, sino ver que evidentemente remiten a la parálisis del emisor. No hay posibilidad de transformación, no hay idea de legado o proyecto. Mi pregunta en este punto es qué le aterroriza a los sujetos paralizados? Cuál es nuestra reperesentación del infierno?
No vengo con esto a traer una verdad revelada, pero creo que va por el lado del duelar. Es más, tengo una personal dificultad con cerrar procesos. Y me resisto a cerrar procesos porque me resisto al concepto de impermanencia. Por qué? Porque a simple vista la impermanencia parece nihilizante. Porque la impermanencia es otra cara más de la muerte, lo que ya no está. Entonces si las cosas se agotan, por qué las hacemos?
Es más fácil nombrar que ejecutar el abrazo a la impermanencia. No podemos vivir en duelo, tampoco en negación o alienarnos de la pérdida. Por un lado es necesario alienarse para poder sobrellevar las repeticiones y los tedios de la vida, ignorando el desgaste y, obviamente, la muerte. Hacer esto es mucho más simple con un horizonte permanente y estable que refuerce esta experiencia; un viaje a Brasil o Europa, la próxima fiesta o simplemente la exposición de uno mismo. Cómo hacemos para integrar el cambio y llevarnos hacia nuevas experiencias?
En otra entrega llamada Podés Vivir Mejor? hablamos sobre la posibilidad de la expansión de los placeres. Quiero entonces ahora plantear tres caminos. El primero es el camino de la permanencia, es ciclo estable e incambiante que a su forma también nihiliza, produce crisis de sentido y reprime la angustia (dado que lo permanente es también lo esteril, no se puede crear sin modificar, y por lo tanto no da espacio a lo otro, lo distinto o nuevo). El segundo es la impermanencia nihilizada, reconocer el decaimiento y aferrarse para reprimir la angustia que es una contracara del primer camino. El tercero es el camino de la impermanencia duelada, entrar en procesos para habitarlos, ejecutar y hacer un duelo angustioso que permita hacer espacio para una nueva creación.
No hay un camino bueno o un camino malo, en este espacio tratamos la capacidad de crear cosas nuevas, y necesariamente esto supone tambien cerrar procesos. A veces son procesos incompletos o cierres forzados, como me sucedió con Putopía mi anterior podcast que no podía sostener ni convencerme de darle un cierre, a veces se dan de forma más ordenada como lentamente estoy llevando a puerto la tesis o mi duelo de la serie Buffy la Cazavampiros con una fiesta. En este sentido, solo la experiencia de ejecutarlo da la claridad de que lugar preferimos darle a nuestro duelo.
Con eso los dejo, hasta la próxima semana.
Feli
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